Suave, te traigo esa palabra, corazón
negro suave que a los sueños soplando va como una pluma
sabiendo ya sin afán, solo viviendo el lejano sonido del despertar completo
que recorre ligero y es un fuego que siempre permanece.
Las estrellas brillan en la noche inmensa
el viento de la aurora boreal levanta las espigas
un mundo nace oculto
y la cáscara cae en el diluvio
y la roca se parte en mil añicos
porque en el silencio más profundo hay un dios que sonríe.
Sonríe y no dice nada más porque allí las palabras se disuelven
y se forman en cantos y en colores, tacto de terciopelo
o chispas luminosas que escriben en el cuerpo tocándolo
para que vibre
y deje escapar sus notas...
regocijo del cosmos, plenitud de la creación.