sembrando
las semillas en nuestros corazones
nosotros
en la orilla mirábamos al mar
como
a un oscuro monstruo y, sin embargo
queríamos
viajar y descubrir la sal de su misterio
Izaron
su bandera en un cielo añorado largamente
con
hilos de un metal radiante y ondulado
tejieron
la señal en ese anhelo
de
niños atrapados queriendo desatar el viento fresco
todavía
no nombrado
que
había que caminar desatando los pies sobre las aguas
aprender
a saltar sobre cada tropiezo enfurecido
y
vivir el amar como un canto infinito y elegido.
Que poema tan lleno de posibilidades.
ResponderEliminarQuiero ver ese otro lugar.
Besos.
Un buena elección, Besos.
ResponderEliminar