Yo siento en mí algo imparable, una alegría que me dice que es posible todo aquello que crepita en el anhelo de este fuego sagrado.
Siento un Proyecto que viene de las lejanas regiones de mi Origen
y que me toma y me eleva despertando.
Renaciendo mi simple vida natural en otro espacio de la mente.
Siento la fuerza de los mares, sonando en la patria de los dioses.
Y allí me reconozco en mi profundo deseo de libertad y vida.
Puedo mirar la tristeza y su oscuro vacio, allí mi compasión lanza flechas de oro igneo, puertas a la esperanza.
Pero no me confundo, yo no soy esa triste realidad aislada en su prisión.
Aquí, mi invitación se hace universal, si es que alguien escucha: rompe la soledad del sin sentido, rebélate a la muerte.
Creo que soy muy antigua, he vivido ya antes derrumbes y caidas,
he sabido la muerte como entrada a la vida.
Yo me siento una niña, sé que debo viajar con Aquel que me guía.
Admito mi torpeza pero busco en silencio la redención más íntima.
La Fuerza mensajera se escucha en las entrañas trayendo el nuevo día: se trata de tomar el Intento del Cielo.
Romper el sufrimiento que encadena la vida,
encender el gran fuego
y cantar al Origen, volando en la alegría.
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